martes, 10 de enero de 2012

Según un estudio, la recaudación de la quiniela ha bajado más de 175 millones en los últimos tres años

Nueve millones de euros por un pleno al quince. Que la quiniela vuelva a repartir un premio como el que consiguió el 2 de octubre de 2005 la peña Euroquinielas, con sede en Reus (Tarragona), es una quimera siete años después. La recaudación se ha desplomado y superar la cifra del mayor premio en la historia de la tradicional apuesta deportiva resulta imposible porque, en 2011, la facturación media por jornada no llegó ni a siete millones de euros.
La quiniela está enferma y sus días de esplendor quedan ahora lejos. La recaudación comenzó a caer en picado en 2008 y en el año que acabamos de despedir parece haber tocado fondo. Aunque el Ente Público Empresarial Loterías y Apuestas del Estado (LAE) no ha hecho aún públicas las cifras oficiales de 2011, la Asociación Nacional de Profesionales de las Apuestas Deportivas (Anpad) ha encendido la luz de alarma. Según un estudio que ha llevado a cabo, la facturación total se situó en 381 millones de euros, un 21 por ciento menos que en el anterior ejercicio (487 millones).
La crisis económica no puede ser utilizada, en este caso, como recurso para la justificación. Porque la quiniela se debate en una lenta agonía desde que en 2004 firmara su récord de facturación media por jornada, 12.413.993 euros. Siete años más tarde, la apuesta nacida oficialmente el 22 de septiembre de 1946 y que miles de personas jugaban ya desde 1929 (aunque no hubiera constancia pública de ello hasta 1931) no alcanza los siete millones de euros por jornada.
Después de que en 2010 se bajara de la frontera de los ocho millones de facturación media por boleto, mínimo que no se registraba desde 1962, la sangría parece que detenerse. Así, según el informe elaborado por Juan José Morón, presidente de Anpad, la quiniela tuvo el pasado año una facturación media por jornada de 6,9 millones, un 11,90 por ciento menos que en el anterior ejercicio.
Un triste panorama muy alejado del que se vivió en 2003, cuando la recaudación se disparó gracias al aumento del precio de la apuesta, la incorporación de un premio a los acertantes de diez y la desaparición del pleno al 15, más tarde recuperado. La «modernización» de la quiniela funcionó y en 2008 alcanzó su techo recaudatorio, 557 millones de euros, aunque la inercia a la baja de facturación por jornada ya era evidente respecto al anterior ejercicio.
El número anual de boletos, varios jugados en jornadas entre semanas, influyen en este descenso de la media recaudatoria. No es sin embargo el único factor para que, según el presidente de Anpad, la recaudación no repunte. La aparición de nuevos formatos de apuestas y, en especial, el juego a través de internet han contribuido a que los españoles se alejen cada año un poco más del tradicional boleto del 1-X-2.

Premios poco atractivos

Algunos analistas, sin embargo, consideran que el principal motivo por el que el apostante está buscando otras fuentes de ingreso es la menor cuantía de premios que reparte la quiniela en comparación con otros juegos. Así, el techo de nueve millones pagados por la apuesta futbolística está a años luz de los 129 millones que ha llegado a repartir el Euromillón o los 33 millones del Gordo de La Primitiva.
Esta gran diferencia está haciendo que la quiniela pierda atractivo, a lo que hay que añadir el descontrol de horarios que se ha instalado en el fútbol español. La jornada de Liga se inicia a las seis de la tarde del sábado y no termina, en algunos casos, hasta el lunes por la noche. Tres días para saber si un boleto ha resultado premiado. Fuente

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