miércoles, 9 de mayo de 2012

En Málaga un sorteo de mozos rescatado del tiempo


Los bombos, guardados en la torre del reloj del Ayuntamiento, se utilizaban probablemente de los sorteos de mozos para el servicio militar, aunque algunos bombos también pudieron utilizarse en algún sorteo de la Lotería Nacional. Por el momento se desconoce cuántos años tienen. 

Uno de los bombos más grandes es trasladado al taller de la Alcazaba. Alfonso Vázquez. Como Atlas sujetando el mundo, así parecían el pasado viernes los funcionarios municipales de Patrimonio Municipal llevando en brazos unos enormes bombos de lotería, que causaron sensación en los pasillos del Ayuntamiento.
Dado que en el edificio diseñado por Guerrero Strachan y Rivera Vera se aprovechan todos los espacios, en la torre del reloj del Ayuntamiento se encuentra un pequeño almacén en el que dormían el paso de las décadas cinco bombos de lotería (dos pequeños y tres de un tamaño considerable).
El pasado viernes, no se sabe después de cuántos años, los bombos fueron despertados de su letargo para descender las escalinatas municipales, todavía soñolientos, y cambiar de aires: fueron trasladados en furgoneta al taller de la Alcazaba para que recuperen su juventud perdida.
Con ellos iba una ingente cantidad de bolas de madera en cubos, elemento imprescindible para quien quiera hacer un sorteo. Y por supuesto, tampoco faltaban unos artísticos soportes de madera para poder darles vueltas, que para eso se construyeron.

¿De dónde provienen estos bombos y cuántos años tienen? Difícil pregunta. A pesar de que el bombo de lotería no ha evolucionado mucho en el tiempo, las manivelas y el sistema de apertura nos dan pistas, de ahí que la responsable del Patrimonio Municipal, Fanny de Carranza, apunte que como mínimo «tienen 50 años», al tiempo que informa de que, de por ahora, no hay datos sobre su edad y procedencia. 
Pero estos bombos cascados, que a pesar de su carga de óxido no han perdido su belleza, nos dan algunas pistas.

Fanny de Carranza muestra los bombos pequeños y señala la diferencia con los otros: las bolas de madera de los bombos más pequeños tienen un orificio y dentro hay un papelito. La responsable del Patrimonio Municipal saca uno de ellos y con letra de imprenta puede leerse: «Números 2981 a 2990».
«La letra parece de primeros de siglo, estos dos bombos pequeños eran de los sorteos de quintos», apunta Fanny de Carranza, que señala que los otros tres bombos podrían ser de algún sorteo de la Lotería Nacional y quién sabe si de la famosa Lotería de Navidad.
A este respecto señala el otro tipo de bolas para estos bombos, que aparecen ensartadas en cuerdas, parecidos a los actuales pinchos que todavía emplean los Niños de San Ildefonso.
La responsable del Patrimonio Municipal mueve uno de los bombos pequeños y las polvorientas bolas vuelven a la vida. Ese polvo, por cierto, es el resultado de la labor callada de la carcoma.
«Tardaremos de 8 a 10 meses en restaurarlos», calcula. Y es que para este proceso será necesaria una paciencia japonesa para dejar toda esta maquinaria de la suerte como los chorros del oro.
«A los bombos se les quitará el óxido y a las bolas les daremos antes un baño contra la carcoma y cera», explica Fanny de Carranza, al tiempo que precisa que a las bolas del sorteo de mozos, al tener los papeles con los números dentro, sólo se les dará desinfectante y una limpieza por fuera pero no baño.
«Vamos a intentar averiguar cuándo fue el último sorteo de mozos o si alguien mayor nos lo puede aclarar», explica Santiago, de las oficinas de Patrimonio Municipal.
Los sorteos de mozos fueron un clásico del servicio militar obligatorio, realizados por las juntas de reclutamiento, que se constituían en los ayuntamientos. En 1912, cuando se elimina la redención en metálico (pagar por librarse del todo de la mili) el servicio militar duraba 3 años, un periodo que en los años 90 del siglo pasado ya había pasado a los nueve meses, hasta que se eliminó en 2000. Fuente

No hay comentarios:

Publicar un comentario